Esta pandemia ha traído a nuestra consciencia la idea de que tenemos demasiado y de que podemos reducir nuestro guardarropa para que sea funcional y poderoso. Aquí te digo cómo…
Tantos días encerradas nos han llevado a entender que no necesitamos tanto de nada. Pero la ropa especialmente se ha mostrado en ocasiones inútil, otras excesiva y te aseguro que en más de un caso, inusable. Bueno, pues ha llegado el momento de despedir las prendas que han estado guardando el polvo de los recuerdos para darles una mejor vida.
Prácticamente en todos mis libros he mencionado que es indispensable editar tu clóset para que resulte no sólo fácil vestirte, sino también más apropiado. Hoy, adicionalmente, habrá que pensar qué ropa es la que necesitarás para trabajar ya sea en casa o en tu oficina, que te mantenga libre del virus, bien arreglada, pero también sintiéndote poderosa.
Empecemos porque la ropa para trabajar en casa debe ser cómoda, pero de ninguna manera me refiero a tu pijama o tus pants, pues vestir así sólo te bajará la moral y, probablemente, te invite a no pararte de tu cama. Cambia ese outfit stretch por unos pantalones suaves, unos zapatos de tacón medio y una blusa que sea presentable para cualquiera llamada inadvertida. A mí me ha resultado de gran ayuda ponerme joyería, porque aunque sólo la veo yo y quien me rodea, me hace sentir lujosa.
Si tienes que salir algunas veces, lo mejor es que busques cubrir lo máximo tu cuerpo: pantalones, blusas de manga larga, botines o zapatos cerrados y nada de joyería será lo mejor. Procura que esas prendas, además de hacerte sentir guapa y profesional, sean lavables, porque lo más recomendable es que llegando a casa las metas a una bolsa de plástico sellada y las pongas a lavar de inmediato. Tanto tus zapatos, como tu bolso deben ser fácilmente desinfectables con gel o toallitas húmedas que contengan una sustancia anti virus.
Con esta mentalidad analiza tu clóset para que las prendas que funcionen para cualquiera de las dos situaciones queden al frente y visibles. Tengo una amiga que seleccionó una cápsulas de varias piezas muy lavables, bonitas, cómodas, pero con cierta formalidad (especialmente en los tops), para seguir realizando su labor de publirrelacionista desde su casa. La ropa de diseñador, la escotada, la formal o incluso la de vacacionar, puede ir más atrás en el armario. Incluso podrás pasar los vestidos largos, abrigos, etc., que ocupan espacio innecesario a otro clóset o guardarlos en cajas cuyo cartón no tenga ácido.
En el proceso de organizar así tu clóset, vas a encontrar muchas prendas que no te pones. Quizá porque ya no te quedan o porque no representan más la persona que eres. Este es el momento de dividirlas en bolsas que digan: ajustar con el sastre, intervenir para modernizar, reciclar con mis amigas y donar. Algunas de estas piezas tendrán una historia que te ha hecho retenerlas y otras te gustan pero simplemente ya no son funcionales así que, aprovechando que estás en casa y que no te verá mucha gente, puedes regalarte la oportunidad de usarla una vez más y despedirte. Si has visto el método de Marie Kondo puede incluso seguir su consejo de darle las gracias a cada prenda que te sirvió y que hoy se va de tu vida.
El resultado final, a pesar de que el proceso no resulte fácil e incluso haya podido parecerte doloroso, es que terminarás con una mejor selección de ropa en donde la fórmula de menos es más nunca ha sido tan efectiva. Ya llegará el tiempo de salir y comprar si eso es lo que te gusta. Hoy, sin embargo, hay que sacarle provecho a tu ropa y que no haya desperdicio. Una regla infalible para no equivocarte, es que todo lo que conservaste te quede bien, se vea en buen estado y, te haga sentir fabulosa.
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Fotografías: SHOWbit