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Carta a la mamá biológica de mi hijo después de 18 años

12 de marzo del 2020.

Querida mamá biológica,

 

Ha pasado ya un año desde que te escribí y hoy seguramente será un día tan importante para ti como lo es para nosotros, pues nuestro hijo cumple 18 años. Sin saberlo, el 12 de marzo del 2002 se convirtió en la fecha más importante de mi vida. Pero irónicamente, ese día pasó sin que yo advirtiera el gran suceso que estaba ocurriendo. Cómo pienso en ti en esos momentos. Cómo quisiera poderte haber acompañado y susurrarte al oído que no te preocuparas, pues yo lo iba a amar por ti y por mí.

 

 

Recuerdo, sin embargo, como si fuera ayer, la llamada que recibí el 18 de ese mismo marzo. Era por la tarde, a pocas horas de mi regreso a casa. Estaban mis amigas Genevieve y Donna escuchándome hablar sobre mi madre que ya había sido diagnosticada con Alzheimer y la estábamos perdiendo a pasos agigantados. Yo estaba por irme a Argentina en los próximos días, pero mi corazón me quería llevar a México para tratar de ver, quizá por última vez, a mi mamá reconocerme. No obstante, el destino me tenía otros planes: sonó el teléfono de la oficina y después de saludar, la trabajadora social que nos había hecho el estudio a mi ex marido y a mí para evaluarnos como futuros padres, me preguntó si estaba sentada. Le dije que sí. Millones de veces había soñado con esa llamada. Cientos de fantasías me hacían vivir ese momento, junto a quien fuera mi marido, como un estallido de alegría. Pero la verdad, la noticia me tomó genuinamente por sorpresa, porque la trabajadora social no era quien debía anunciarnos la llegada de nuestro bebé, sino la agencia. Tal vez confundida por la emoción que me embargaba sobre mi madre y el contraste de la alegría de saber que había nacido un niñito, me desplomé en la silla y después, todavía con el auricular en la mano, corrí a abrazar a mis amigas. “¡Un bebé!”, gritaba, “ ¡es un niño!”. La trabajadora conmovida preguntó: “¿Quieres pensarlo o hablarlo con tu marido”, y le contesté: “¡Ese bebé es nuestro hijo!”. Y lo ha sido desde hace 18 años.

 

En lugar de irme a Argentina, todas mis compañeros de la oficina me ayudaron a prepararme para la llegada de Francisco. Hicieron un baby shower lleno de regalos para el bebé y pusieron en platos, vasos y paredes, las cuatro fotos que habían mandado de él. Su nombre se lo dio Jorge, que había regresado de Argentina para encontrarme alistando el nido.

 

Finalmente lo fuimos a recoger a Arizona y el 27 de marzo nos graduamos como padres y él, como nuestro hijo. Llegó dormido a la esperada cita y pensé: “Este pequeñito no sabe que este momento amerita despertarse”. Pero no tardó en obedecer y llorar porque tenía hambre. Estaba chiquito, quizá demasiado y vestido con un mameluco azul marino. Lo abrazamos y alimentamos. Y ya cuando se fue la trabajadora social, tuve mi primer reunión a solas con mi hijo. Lo desvestí y lo besé por todo el cuerpo. Le juré, desde ese momento, que yo viviría para él y que lo amaría por las dos.

 

Hoy ya es un joven de voz grave y carácter dulce. Está en ese momento en el que la vida te exige, prematuramente, tomar decisiones determinantes. Quiere irse a tu país y seguir una trayectoria profesional similar a la tuya, quizá porque piensa que ahí habrá de encontrarte.

 

Cómo puedo agradecerte haberme dado la oportunidad de ser su mamá. Cómo pagarte estos años de su adorable compañía y de su extraordinario amor. Cómo, querida mamá biológica, puedo explicarte cuánto te pienso y lo mucho que he honrado tu decisión de otorgarle una vida segura y amorosa, a costa del dolor en tu corazón.

 

Tenemos un hijo que ya se ha convertido en un gran hombre: digno, noble, pacífico, gentil, todo un caballero. Es muy inteligente y creativo. Si escucharas cómo se ríe, seguramente te contagiaría su alegría. Estarías muy orgulloso de su carácter, de sus profundos sentimientos y de sus pensamientos que no conocen la maldad.

 

Esta noche iremos a celebrarlo y te tendré en mi alma, mente y corazón. Prometo que al brindar te mandaré luz, alegría y agradecimiento. Espero que 18 años después puedas ser inmensamente feliz. Te mereces eso y más, porque nos has regalado a nosotros nuestra familia.

 

Te abrazo muy fuerte,

 

Lucy

#Knowtherules  #Breaktherules

 

Foto: SHOWbit