Vende millones de dólares y nunca ha utilizado una caja registradora, las Fashion Stylist de películas y series de TV la consultan y ella ha vestido a las mujeres más millonarias y famosas del planeta, pero además este libro autobiográfico I´ll Drink to That se convirtió de inmediato en un Best Seller.
Hay personas que nacieron con estrella. Quizá a la misma Betty Halbreich no le pareció ser una de ellas pero, aunque tarde y después de pensar que era la mujer más infeliz de la tierra, su vocación la encontró y desde entonces su vida adquirió sentido.
Estoy hablando de un personaje famoso en la industria de la moda en Nueva York y legendaria entre los muros de la lujosa tienda Bergdorf Goodman, en donde hace más de 40 años presta sus servicios como Personal Shopper. Cómo llegó ahí sólo comprueba mi vieja teoría de que hay que vestir bien a donde quiera que vayas y justamente eso es lo que sucedió: el destino, acompañado de la buena suerte, encontraron a Betty en el lugar correcto y vestida con ese estilo fabuloso que hasta hoy la distingue.
Betty se enamoró de la moda cuando era niña y gozó consumiéndola al tiempo que pulía su estilo en Nueva York, cuando se casó. Sin embargo, por su cabeza jamás le pasó ser Personal Shopper, ni mucho menos emplearse en un negocio en el que, además de asesorar a mujeres adineradas del mundo entero, también tendría que convertirse en una psicóloga para ellas y para sus hijos.
El libro I´ll Drink to That, de Penguin Random House, es un deleite para los amantes de la moda, del lujo y, desde luego, de la valiosa profesión que es ser Personal Shopper. Pero también incluye lecciones de vida profundas y devastadoras, al tiempo que Betty nos da una cátedra de lo que significa amar tu trabajo al grado de jamás sentirlo como una carga. Todo lo contrario, para esta octagenaria, ser Personal Shopper representó la frontera entre la vida y la muerte. ¿Quieres saber por qué? Pues no te pierdas esta lectura o, si prefieres, escucha el audiobook, ¡es divertidísimo!
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