Fuimos educadas para agradecer los halagos con cierta humildad y hasta un toque de vergüenza, pero es hora de cambiar.
Desde que nos educaron para estar calladitas y vernos bonitas, el mensaje subliminal era que debíamos ser hermosas, pero muy modestas. Así que nos condicionaron a dar las gracias cuando alguien nos hacía un comentario positivo sobre nuestro aspecto. Aceptar un halago es un reto y no pocas veces un momento incómodo porque no sabemos cómo manejar la ambivalencia entre el agradecimiento y nuestras ganas de ser humildes.
Las respuestas que todas hemos barajeado ante un halago varían desde “Muchas gracias”, mirada hacia abajo y cambio de conversación para evitar más comentarios, hasta “Gracias, lo compré en una barata en H&M a la mitad de precio”. ¿Por qué tendríamos que revelar que la ropa es de una marca masiva o que fue adquirida en descuento? Me temo que por vergüenza, es como si aceptar un halago revelando esta información, hiciéramos patente que no hay mucho de qué estar orgullosa porque no gastamos mucho y no merecemos la alabanza.
Recuerdo cuando una amiga se sorprendió cuando le comenté que me compraría una blusa morada porque se me ve fantástico ese color. Sé que si le hubiera dicho lo mal que me sentaba el color palo de rosa o que un abrigo me hacía verme como el monstruo come galletas, por ejemplo, ella hubiera salido a mi rescate diciéndome que no era para tanto, incluso dándome una recomendación para reforzar mi rechazo hacia la prenda o al color. Pero no estamos acostumbradas a que alguien pueda decir que se ve fantástica, sin juzgarla por su falta de modestia o su presunción.
Eso debe cambiar. Primero, debemos querernos suficiente como para poder aceptar un halago con agradecimiento, pero también con amor propio que reafirme que nos merecemos ese comentario favorable sin sentirnos pecadoras por nuestra falta de modestia.
Tampoco debemos aceptar un halago tratando de menospreciar nuestro acierto. Nada de mencionar las baratas, las marcas, ni lo poco que hiciste para lograr un outfit digno de admiración. Ahora que tengo la fortuna de vestir ropa de diseñadores mexicanos, he cambiado mi respuesta a algo como: “¡Gracias!, es un vestido de una Mora Ruíz, quien ha cambiado la vida de varias tejedoras yucatecas gracias a estos diseños”. Creando así una conversación hacia la diseñadora, sin que esto signifique que no aprecio que les haya agradado mi elección en la ropa que llevo puesta.
También puedes darte el lujo de reconocer, en voz alta, y especialmente frente al espejo, que hay cosas que te sientan bien y lo sabes reconocer. Al hacerlo, no te estás convirtiendo en una presumida ni pecando de egocéntrica. Sólo estás comportándote como una mujer segura que es capaz de halagar su propio reflejo.
#Knowtherules #Breaktherules
Fotografías: SHOWbit.