¿Qué te hace ser una mujer poderosa?

El poder de una mujer es una virtud que no se nombra, pero se demuestra en muchas facetas de tu vida laboral y profesional.

 

 

La mujer que representó el poder más alto en Reino Unido fue Margaret Thatcher, quien fungió como Primer Ministro de 1979 a 1990. Ella decía algo que tenemos que tomar al pie de la letra: “Ser poderosa es como ser una dama: si tienes que decirle a la gente que lo eres, no lo eres”.

 

Curiosamente, Thatcher tuvo que aprender esta lección cabalmente y lidiar no sólo con un ambiente político terriblemente machista, sino que le tocó luchar contra sus propios obstáculos. El primero de ellos fue su voz. El tono agudo que la caracterizaba al hablar, le restaba toda credibilidad. No vamos a asumir que esto tiene una lógica y mucho menos que es justo, pero ella se vio obligada a aceptar este hecho y esforzarse en bajar su tono para hacerlo más grave y así ser escuchada como la líder que era. Otro recurso del que tuvo que echar mano para demostrar su poder, fue el traje sastre. Este atuendo que emula al “uniforme formal” de los hombres, es un conjunto de falda y saco estructurado que funciona casi como una armadura, misma que Thatcher aderezaba con un broche de pedrería en la solapa, una bolsa rígida y unos zapatos de medio tacón para poder identificarse como mujer en un entorno masculino. Eso sí, ella jamás se presentó sin su peinado tipo casco, lleno de spray para mantenerlo controlado al 100%, y un maquillaje discreto, pero cuidado, que la hacía ver como una mujer poderosa que se ocupaba de su aspecto tanto como de la política de su país.

 

 

Una mujer poderosa puede verse femenina y también ser suave en su forma de proceder, tanto en el trabajo, como en su vida personal. No obstante, en el momento en que ella tiene que recordar a sus subalternos que es la que manda o que hace un uso indebido de su posición superior para abusar moralmente de su equipo, pierde completamente su poder, no sólo a los ojos de quien la rodea, sino también ante ella misma.

 

Si tú eres o quieres ser una mujer poderosa, no siempre vas a agradar a los demás por tus decisiones, pero éstas siempre se fundamentarán en la ética y en la justicia. Defenderás tus principios y a tu equipo o familia, ante todo, pero siempre llevando el barco controlado y directo a su puerto. Después de todo, te comportas como un capitán al mando en el momento en el que sabes que la única dueña de tu vida y de tu carrera, eres tú misma.

 

Para profundizar más sobre lo que puede hacer tu imagen y tu actitud para que te conviertas en una mujer poderosa, te recomiendo mi libro Imagen, actitud y poder, del sello Aguilar en la Editorial Penguin Random House.

 

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Fotos: Showbit