Reconocer los errores desde hoy es la mejor manera de aprender y reparar fincando un mejor futuro.
Es durísimo tener que reconocer los errores. Lo sabré yo que he tenido que hacerlo frente a mi hijo, mi pareja, mi jefe, mi equipo y hoy, he decidido hacerlo ante ustedes mis lectoras. ¿Por qué? Créanme que no es por gusto, ni por necesidad imperiosa, sino por coherencia. Pero antes de llegar a esa parte, quiero analizar contigo lo que implica el acto de reconocer y poder vencer ciertos obstáculos del ego para expresar un error y proceder pidiendo una disculpa o enmendando el asunto que se ha salido de control.
Todos queremos tener razón y qué bueno sería que nunca fuéramos injustos o cometiéramos una estupidez. Pero lo cierto es que, como humanos, de una manera u otra nos vamos a encontrar con el penoso momento de entender que hemos hecho, dicho o pensado algo indebido y la mejor manera de aminorar las consecuencias, es sacar la casta y reconocer los errores. El punto es que existe una vergüenza que amenaza, una especie de humillación cuando en lugar de ser inteligentes, discretas, habilidosas o cualquier virtud que venga al caso para hacer las cosas bien, nos vemos situadas en el otro extremo de las que estamos en la esquina con orejas de burro. Yo, en lo particular, siento una vergüenza terrible y esa oscura y corrosiva sensación me puede durar días, meses y hasta años si no salgo a enmendar mi error.
Siempre he dicho que reconocer un error de trabajo frente a tu jefe puede ser riesgoso, pero nunca tanto como hacerlo ante un equipo que te ve como ejemplo y, a partir de esa equivocación, lo llegues a decepcionar o pierdas su respeto. Sin embargo, he aprendido que hacerlo de manera abierta, transparente y con humildad, agregando las enmiendas o disculpas que requiera el caso, hacia tus superiores o tus subalternos, logrará que esas personas te vean más humana y cercana. Con suerte, hasta puede que te brinden una segunda o tercera oportunidad. No decir nada, sin embargo, lejos de desaparecer el problema, lo irá haciendo crecer como una bola de nieve que quizá ya nunca puedas parar. Así que es mejor hacerlo hoy, cueste lo que cueste, y mañana podrás retomar tu vida o trabajo, con tu conciencia limpia y tu alma en paz.
Así que ha llegado el momento de reconocer mi error: el lunes pasado escribí un post que subí, aquí en mi blog, sobre los errores al vestir de las mujeres con sobrepeso. Mi equivocación no sólo consistió en que usé la palabra gorditas, porque curiosamente así es como siempre me piden que escriba los consejos (los mails que me llegan de mujeres con esas solicitudes jamás se refieren a ellas mismas como grandes, curvilíneas, tallas extra, gordas o con sobrepeso, siempre se dicen “coloquialmente” gorditas) y ante mi intuición, a la que tuve el mal tino de ignorar, hice una búsqueda del término en la web para aclarar si aparecía la palabra gorditas y era una de las más socorridas. Pero eso no fue todo, para colmo, en lugar de escribir unos consejos de cómo vestirse bien, lo hice sobre los errores: no porque prefiriera el lado negativo del tema, sino porque busqué fotos (dentro de la plataforma que pago para publicar imágenes de moda) y, francamente, no había aciertos en ellas. La combinación de esos malos juicios de mi parte rápidamente provocó reacciones la misma mañana del lunes: hubo muchas vistas a mi perfil y varias personas leyeron el post, los comentarios en general fueron críticos y lo más fuerte para mí fue que herí a muchas de las mujeres a las que, según yo, quería ayudar. Por si eso fuera poco, no sólo las traicioné a ellas sino a mí, que en un afán de escribir algo que estuviera ejemplificado con imágenes, parecía que las juzgaba y descalificaba, en lugar de invitarlas a que se vistieran como se sientan bien que, después de todo, es lo que realmente provoca el poder en una persona, del tamaño o peso que tenga.
Supongo que perdí a algunas seguidoras, lo cual lamento porque fue un error involuntario. Pero por ellas y por las que lo pasaron por alto, hoy quiero reconocer que me equivoqué y ofrezco una sincera y sentida disculpa. Prometo ser más cuidadosa y también resarcir el error, si ustedes me lo permiten, haciendo un nuevo post dedicado a las mujeres con sobrepeso, en donde haga un análisis de las reglas y las mejores maneras de romperlas para que gocen su cuerpo y vitaminen su autoestima.
Una sincera disculpa y una oportunidad no de olvidar el error, sino aprender de él, es mi ofrenda para ustedes esta mañana, sin importar su talla. ¡Que tengan una gran semana!
#Knowtherules #Breaktherules
Fotografías: SHOWbit