No basta con vestirse como una líder, también tienes que comportarte como tal.
Ariana Pierce, autora del libro Skip the Party, Start a Business (No vayas a la fiesta, empieza un negocio) dice algo que es fundamental en este proceso: “Tu imagen educa a los demás sobre cómo tratarte. Sé audaz y preséntate a ti misma con convicción”.
El primer paso para lograrlo, es que sepas que eres la única dueña de tu carrera. Partiendo de eso, es importante que consideres proyectarte no sólo a través de tu imagen como una mujer competente y poderosa, sino también por medio de lo que dices y lo que haces. Es decir, tienes que alinear tus pensamientos y metas, con tus palabras y acciones.
Pero, obviamente, no hay que confundir el término ejecutivo con el tipo de trabajo que haces. Una mujer que trabaja con su creatividad no tiene que vestir un traje sastre, ni comportarse como una ejecutiva de altos vuelos, de la misma manera que una abogada prestigiosa jamás logrará nada si llega tarde a la corte llevando unos jeans deslavados y unos cómodos crocs. Cada una de nosotras debemos ser coherentes con nuestros objetivos profesionales al vestir y lograr que la ropa se convierta en una herramienta para otorgarnos credibilidad. Asimismo, la manera como hablamos (el tono de voz y el vocabulario que usamos), la forma en que nos relacionamos con nuestros superiores y subalternos, así como las decisiones que tomamos, serán determinantes para consolidar una presencia ejecutiva contundente en el trabajo.
Observa tu comunicación verbal y no verbal. Trabaja en tu imagen y pule tu presencia ejecutiva para que tus actos y tus palabras hablen bien de ti.
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Fotos: SHOWbit