Una novia sencilla nunca se equivoca

Un traje de novia austero y elegante es un estilo que siempre se aprecia.

Será porque yo cometí el error de ponerle a mi vestido de novia todo lo que siempre había deseado y terminé llevando un modelo Frankenstein con mangas de jamón, falda de lápiz, doble cola y aplicaciones aquí y allá. Por eso sé que una novia que opta por un vestido más sencillo, no tiene margen de error, y pasará a la posteridad como una mujer elegante y clásica.

Lo digo porque el 90% de los comentarios sobre la elección de Meghan Markle para su vestido de novia, afirmaban que era excesivamente minimalista. Claro, considerando que es una historia que casi supera a la de cualquier cuento de Disney y que era su oportunidad de casarse no sólo con un príncipe de carne y hueso (enamoradísimo, por cierto), sino con una tiara de diamantes reales, en todo el sentido de la palabra, y un traje de novia que pasará a la historia. ¿Quién hubiera resistido la tentación de usar un vestido increíblemente especial, memorable y lujoso? No muchas.

Recuerdo cuando John F. Kennedy Jr. se casó con Carolyne Bessette, la decepción de que el vestido de la fabulosa rubia fuera algo más parecido a un camisón que a un traje de novia, fue obvia. Pero a través de los años, ese modelo que hiciera famoso a Narciso Rodríguez, ha pasado a la historia como uno de los más elegantes y no ha envejecido ni un año desde que apareció en todas las revistas de corazón. Lo mismo sucederá con el de Meghan. La sencillez del corte, la ausencia de ornamentación, lo básico del tono de blanco, son ya en sí una declaración de estilo. No muy diferente fue el traje de Stella McCartney que ella se puso para la recepción de su boda; con el acierto, quizá, de dejar sus hombros desnudos con un hermoso cuello alto y una silueta con faldón al sesgo, muy favorecedor para su silueta. Pero ojo: si en su boda religiosa no hizo ningún intento de ser fashionista, en la fiesta ni siquiera se dejó puesta la corona.

Otra cosa importante de resaltar, es que una mujer debe ser fiel y genuina con su estilo, lo cual es un hecho con Meghan, no sólo con su manera de vestir en general, sino incluso con el traje de su primera boda con Trevor Engelson. Esa es la única manera de lucir poderosa y cómoda, cosa que fue incuestionable en esta boda real.

Resulta que Meghan no está jugando a la Cenicienta, ni se enganchó en las tendencias de la temporada, como le sucedió a su suegra Lady Di o a la ex esposa del tío Andrés, Sarah Ferguson, quien mandó a bordar la inicial de su futuro marido en la cauda como una muestra de cursilería y poco estilo. Ella apostó por un vestido de marca, sí, pero que fue confeccionado para que la mujer que lo llevara luciera en todo su esplendor.

Yo, por mi lado, tuve una segunda oportunidad. En mi boda siete años después de la primera, opté por el vestido más sencillo que había y, francamente, aunque ese matrimonio terminó también en divorcio, prefiero verme en esas fotos como novia discreta y elegante, que como un pastel de quinceañera que terminó siendo mi novatada la primera vez.

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Foto: SHOWbit