En un mundo en donde los extrovertidos parecen más aptos, listos y poderosos, ¿qué sucede con los que somos introvertidas?
En el libro Quiet (Callado), su autora, Susan Cain, asegura que en Estados Unidos dos de tres personas son introvertidas, pero la sociedad, la educación y el sistema laboral les hacen simular lo contrario y se convierten en introvertidos de clóset. Éste ha sido mi caso: he aprendido a parecer extrovertida e incluso a desenvolverme hablando en público, pero es un esfuerzo agotador y tengo que reponer mi energía a solas.
El mundo asocia al extrovertido con un ganador. Si se te facilita integrarte a un equipo, hablas hasta con las piedras y eres el alma de la fiesta, la gente te considera simplemente encantadora. Con ese mismo enfoque se te adjudican otras grandes virtudes como inteligencia, iniciativa, agilidad, carisma y facilidad para consolidar relaciones personales y de trabajo.
A los introvertidos, por el contrario, se nos acusa de ser tímidos, demasiado sensibles, antisociales, callados, lentos y hasta antipáticos. Incluso algunas definiciones de diccionario califican la introversión como una falta de aptitudes y la ubican como un defecto.
Pero lo cierto es que en un equipo, en una familia, en un grupo de amigos y hasta en las parejas, nunca falta que haya un balance entre introvertidos y extrovertidos. Sea cual sea tu situación en esa pequeña sociedad, debes de recordar que tan válido es quien habla mucho, como quien guarda silencio. Muchos personajes exitosos han sido introvertidos, entre ellos mujeres como J.K. Rowling, autora de Harry Potter, la famosa y distinguida actriz Audrey Hepburn y la cantante Christina Aguilera, por nombrar sólo algunas. Lo que ellas tienen, y parece un obstáculo muchas veces en su carrera, es una preferencia por estar solas o con un grupo pequeño íntimo de personas, en lugar de en fastuosos eventos rodeados de sus fans.
Las oficinas modernas de espacios abiertos se convierten en una carrera de obstáculos para los introvertidos. Sin las paredes para refugiarse, se sienten observados, invadidos y hasta violentados en su intimidad. También hay un énfasis para trabajar en equipo, como si sólo así pudieran llevarse a cabo los proyectos. No obstante, miles de negocios, iniciativas y no digamos obras de arte se desarrollan en solitario.
Si tú estás luchando contra la barrera de sentirte cómoda en tu silencio o arriesgarte a hablar, a convivir o a levantarte frente a un grupo de personas a exponer un proyecto, tente paciencia. No te recrimines sintiéndote una perdedora. Mejor toma un reto a la vez y ve superando tus propias metas.
La música es la conjugación de sonidos con silencios. Sin esos lapsos de pausa entre una nota y otra, jamás podrían crearse las melodías. Lo mismo sucede con los introvertidos y los extrovertidos: somos complementarios. Tan indispensables unos como los otros. Lo importante es no llevarse la impresión incorrecta de ninguno. Cada persona tiene su valor y fortaleza, no los finquemos sólo en su facilidad de palabra.
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Fotografías: SHOWbit.