Sentirse sexy no debe implicar vestir provocativamente, al menos no en el trabajo.
Para empezar, sentirse sexy es una actitud. No digo que ponerse lencería hermosa, subirse a unos tacones fabulosos o pintarse los labios de rojo no ayuden a reforzar nuestro encanto seductor. Pero si estuvieras enferma, por ejemplo, ni un corsé con su ligero podría hacerte creer que eres más atractiva.
Tu parte sexy habita junto a la libido: en tu cabeza. Es una sensación de seguridad, una actitud llena de sensualidad y un magnetismo que no involucra escotes ni vulgaridades.
Todas las mujeres queremos vernos y sentirnos sexys. Pero me pregunto, ¿por qué o para qué querríamos distinguirnos como sexys en un ámbito laboral? En el trabajo queremos ser consideradas inteligentes, competitivas, responsables y capaces de ser buenas líderes. ¿En qué contribuiría una falda excesivamente corta? En nada. De hecho, tendría el efecto contrario: te restaría méritos inmediatamente. Crearía suspicacias y, lo más importante, desviaría la atención de tu trabajo a tu cuerpo.
Entonces dejemos los escotes, las mini faldas, las ombligueras, los ligueros y los bras de colores por fuera de la ropa, para ocasiones íntimas con una persona que nos interese sexualmente y en donde no se cuestione nuestro profesionalismo.
Viste femenina, viste elegante, viste cómoda, pero hazlo con toda dignidad e inteligencia. Recuerda que en inglés smart significa bien vestida e inteligente. Justo porque es lo mismo.
#Knowtherules #Breaktherules
Fotografías: SHOWbit.