¿Ha sido la pandemia el tiro de gracia para los zapatos de tacón increíblemente sexys, peligrosos, incómodos, pero totalmente poderosos?
Una vez que hemos estado en pantuflas, sandalias de piso, tenis y tacones de escasos centímetros cuando queremos subirnos el ánimo, ¿seremos capaces de regresar a esos altísimos e incomodísimos tacones?
Por el momento la mujer ha dado unas vacaciones a sus pies y los mantiene, si no entre algodones, en algo muy parecido: dentro de unos suaves y tan cómodos tenis, que son casi como estar descalza. Algunas también han optado por ponerse las sandalias de pata de gallo que usan para pasearse en la playa, las pantuflas “mata pasiones” o han sacado esas ballerinas que usaban exclusivamente el fin de semana. ¿Sentirán que esto les ha restado poder y sex appeal? Te apuesto que sí. Pero eso no impide que se hayan librado de los dolores de pies, del cansancio característico que corresponde a estar trepada a 13 centímetros de altura y tener siempre el riesgo de romperse el cuello por un acto de vanidad.
Desde luego que adicionalmente a las pijamas y prendas que se ven en un Zoom, como son blusas, camisetas, camisas, sudaderas y suéteres, las otras piezas claves que se han desplazado mejor que nunca, durante la pandemia, son nada menos que los zapatos sport para mujer. Cómo podría sorprendernos a las ejecutivas que tenemos un clóset lleno de opciones en calzado con tacones de medios a altos y uno que otro par para salir a caminar o a correr.
Sin embargo, debemos admitir que la tendencia a la baja en los tacones no es novedad. Varios meses antes de la pandemia, comisioné a mi equipo, en la revista en la que trabajaba, para que escribieran un artículo analizando la notable variación de los tacones y la formidable aceptación que estaban teniendo los tipo pirinola, los de tres centímetros y no se diga los flats. Habrá que otorgarle gran parte de este mérito al ya fallecido y muy extrañado Karl Lagerfeld, quien lanzó a la pasarela los tenis de diseñador bajo la firma francesa Chanel, haciendo aceptable y, hasta iniciando una tendencia, llevar un vestido coordinado con tenis. Desde el momento que el Káiser dio el banderazo no se ha dejado de ver ese look y, debemos reconocer, nosotras hemos agradecido el gesto.
Hay marcas como la del español Manolo Blahnik que se han esmerado por hacer zapatillas de tacón alto que luzcan preciosas y no constituyan un tormento para las mujeres. Otros, como el francés Christian Louboutin, no tienen ningún empacho al afirmar que él diseña para la estética y no para la comodidad, cosa que no es rara, ya que tanto los creadores de calzado como las que lo consumismos, terminamos enamorándonos de esos tacones peligrosos y su capital erótico, antes que considerar el daño que puede causarle a nuestra columna vertebral a la larga y a una noche de fiesta a corto plazo. ¿Cuántas veces no has desistido de seguir la parranda con tan de quitarte esos zapatos que se siente como si te estuvieran matando?
No sé tú, pero yo tengo varios pares de hermosísimos tacones en sus cajas, prácticamente nuevos. Los veo, me encanta el impacto que causan en mi imaginario, pero sólo los saludo con respeto, porque no me atrevo a ponérmelos. Eso sucedía ya en la vida que conocíamos antes. Hoy, no creo que pudiera encarar al mundo a semejante altura.
Para colmo, la edad, ¡ay la edad!, pasa la factura. A ver, no es que las viejitas hayan perdido el mal gusto por los zapatos al transcurrir de los años. Nada tiene que ver con su estética, sino con su anatomía. Tristemente, sus pies se han deformado y esos zapatos que decimos parecen “de viejita”, no son más que la respuesta para unos pies con muchas primaveras a cuestas y que necesitan de un horma redondeada, suela antiderrapante de goma y un tacón absolutamente moderado. Pero si observamos a mujeres estilosas como Iris Apfel, podremos notar que su selección de zapatos es cómoda y segura, pero de ninguna manera carente de glamour.
Volviendo a la pandemia y a nuestro amor por los zapatos, tengamos la edad que tengamos, es imposible no notar la nueva tendencia que consiste en una colección de zapatos que son un híbrido entre mocasines y pantuflas, justo para usar indistintamente en casa o en la calle, agregando moda y consintiendo a los pies. Los llamados Foxy Flats, unos mocasines destalonados con una borla de piel al frente, logran una combinación sexy y confortable difícil de encontrar. Se trata de una creación del colombiano Edgardo Osorio, director creativo de Aquazzura, diseñador que, en su marca italiana, es conocido por sus delgados y altos tacones. Así que decidí preguntarle, a quemarropa, si lo que estamos viendo en su Instagram es el destino de nuestros esperanzados pies. “Los modelos con fur son para estar cozy en casa en este momento”, respondió divertido. “Creo que después de la pandemia regresarán los tacones, aunque no parezca una cosa obvia, para salir a disfrutar, a bailar, a las fiestas. El look y la postura que dan los tacones nunca se podrán remplazar, pues la sensualidad no se da con los sneakers”.
Debo reconocer que comparto su opinión. Ahora tenemos las suelas acolchonadas y somos felices, pero nadie, o casi nadie, nos ve. Cuando salgamos a la calle y comience la competencia de mujeres que se visten para impresionar a otras mujeres, así como la aventura de las conquistadoras que se suben a sus zapatos para robar corazones, entonces los tenis se destinarán al gimnasio y las pantuflas harán guardia junto a la cama. “Los modelos más Casual Lux”, como les llama Osorio, son una ingeniosa forma de darnos un toque sensual a través del fur y un placer mundano al caminar sobre una plantilla peluda y el talón cerca del piso. Pero como sucedió en la post guerra, después de que las mujeres usaron por años trajes ceñidos a raíz de la escases de tela, cuando apareció Christian Dior con su New Look en 1947, con faldones tipo corola de 9 a 12 metros de material, entonces no hubo quien detuviera el deseo de volver a sentir el lujo de ser mujer.
#Knowtherules #Breaktherules
Fotografías: SHOWbit. Fotografía de Foxy Flat: cortesía de Aquazzura.