Mucho se habla de amor propio, pero poco se explica qué es, por qué es importante y cómo podemos nutrirlo
Desde el kínder nos han dado herramientas para sobresalir, pertenecer y, en algunos casos, incluso distinguirnos. Es curioso, sin embargo, que nunca haya existido un taller, una materia o un libro de texto asignado a algo tan importante como es el amor propio. Muchas personas, de todas las edades y condiciones sociales, consideran que el amor propio va de la mano con el éxito y, por lo tanto, no siempre se consideran candidatos a merecerlo, pues ese triunfo suele relacionarse con un buen puesto, mucho dinero, fama y demás cosas materiales.
Lo cierto es que ninguna de las ideas presentadas en el párrafo anterior tiene sentido ni una base verdadera. No se podría afirmar que el amor propio es algo con lo que se nace. Pero tampoco es cierto lo contrario. Lo que resulta importante en la temprana infancia es haber conocido el amor y el cuidado, de manera que ese pequeño ser comience a considerarse digno de atención y cariño.
¿Cómo, entonces, puede ser que hemos crecido rodeados de amor y con los cuidados indispensables no sólo para haber sobrevivido, sino también para llegar a desarrollarnos cabalmente, pero sin haber fomentado un amor propio?
Parte del problema consiste en que la sociedad nos muestra como un defecto que hablemos bien de nosotros mismos. Debemos ser humildes, es necesario que no seamos soberbios, vanidosos ni presumidos. Pero, ¿hasta qué punto olvidamos que es un buen hábito auto propinarnos cariño, respeto, valía y compasión?
No está bien visto que una persona diga: “Se me ve muy bien esta silueta”, “soy la mejor en mi industria”, “tengo el mejor currículum”. Pero a nadie nos sorprendería, ni alarmaría, oírla decir cosas como: “Estoy negada para los números”, “ése color se me ve horrible” o “estoy muy por debajo del promedio de mis compañeros”.
El amor propio se deja sin atender de tal modo que descubrimos, en más de una ocasión, que cuidamos de todos antes que de nosotros. No nos consentimos, tampoco nos honramos o damos importancia a lo que nos está dañando o intoxicando todos los días. Podemos recriminarnos habernos comido una hamburguesa por el temor de ganar peso, pero nunca nos amonestamos por repetirnos que somos unas idiotas a lo largo del día.
¡Es momento de parar! Buscar entre las telarañas de tus sentimientos olvidados, dónde quedó ese amor propio que te considera valiosa, relevante y poderosa. Si no lo ves en la primera pasada, no te preocupes, que él te encontrará a ti una vez que sigas estos pasos para amarte:
Presta atención a tu espíritu: hay un alma que habita tu cuerpo que pocas veces consideras al tomar decisiones muy importantes. Detente a encontrarte y reconócete. Ahí has estado, viviendo por décadas enteras sin que te miraras y menos aún te cuidaras. Observa con atención, porque hay un espíritu vibrante ansioso por ser amado.
Escúchate: te las has pasado tratando de pertenecer y agradar. Has ido por la vida intentando cumplir con los estándares de la sociedad. Pero, ¿y qué hay de tu propia voz? ¿Quién eres en realidad y por qué no te has abrazado con aceptación? Hoy te pido que te escuches y que valides que hay una voz ahí dentro, capaz de hablarte con amor y compasión, conversar sobre sus verdaderos sueños y expresar sus necesidades.
Revisa por qué a veces te sientes poco valiosa o merecedora: el amor propio se va mermando con la inseguridad. Compararte con otras personas, ponerte estándares muy altos o buscar la perfección en cualquier faceta de tu vida te llevará, irremediablemente, a sentirte inadecuada. La solución, si bien no es fácil, debe dejar a un lado el anhelo de parecerte o ganarle a los demás y concentrarte en ser mejor tú, pero no para el resto del mundo, sino para ti misma.
Abandona la culpa: ese sentimiento no tiene nada de constructivo y, en cambio, parece ser tu peor enemigo cuando se trata de adquirir amor propio. Si te atormenta haber hecho el mal a alguien, debes de buscar perdonarte y, si existe la manera, ofrecer una sincera disculpa. Pero si tú eres como yo, quizá no es que hayas hecho algo mal, sino que quisieras ser estupenda en todo y simplemente quedas mal contigo misma cuando no te dio tiempo para revisar la tarea con tu hijo, perdiste la paciencia con tu madre u olvidaste el cumpleaños de tu mejor amiga. Lo mejor que puedo recomendar es que hables contigo misma y, con todo amor propio y compasión, te des permiso de ser imperfecta. Llama a tu gente y diles que te sientes mal por lo ocurrido, que no ha sido intencional, pero que el amor que les tienes y que te tienes, está intacto.
Deja de criticarte: si has resultado tu peor juez, es hora de que despidas a esa voz reprobatoria y hagas una ceremonia de bienvenida para la que puede verte con ojos de amor. “Mido metro y medio, tengo mucho vello en los brazos, no controlo mi cabellera, pero soy una mujer fabulosa porque me amo así como me veo frente al espejo”, es un ejemplo de lo que puedes decirte. Puede ser que, al principio, no creas del todo tus palabras, pero a base de decírtelas irán tornándose en verdad.
Alivia tus dolores: si hay algo que te lastima, tienes que dejar de ser tu propia víctima y parar de un tajo la causa de ese pesar. Dejar un mal matrimonio, renunciar a tu trabajo, cambiar de carrera, decirle adiós a una situación tóxica puede parecerte complicado, pero una vez que sean parte del pasado, te reconciliarás con esa mujer valiente que ha estado ahí esperando que le des su lugar en tu vida.
Trátate como una reina: mucho me temo que te has maltratado, incluso habrás abusado de ti más de una vez. Pero hoy será el último día, pues vas a buscar la corona que te ha regalo el amor propio y te la vas a colocar en la cabeza. “¿Por qué tratarte como plebeya si eres de la nobleza?”, diría sabiamente el famoso dermatólogo Howard Murad, de quien aprendí que si yo no era la persona más importante a cuidar en mi vida, las personas que más amo no podrían disfrutar de mi amor, mis mimos y mi protección.
Eres maravillosa: nadie dijo que perfecta, porque eso no existe. Pero al alimentar tu amor propio comenzarás a sentir oleadas de cariño y generosidad, hacia los otros, derivadas de tu propia autoestima. No tienes que se modesta. Date permiso de aceptar con una sonrisa que eres un ser excepcional.
#knowtherules #breaktherules
Fotografías: SHOWbit.